martes, 21 de abril de 2009

Quienes inspiraron a Disney

Eun primer artículo, y ahora lo repito, comentaba la denuncia que el escritor Antonio Ventura hace ante el comentario de aquel chico que se preguntaba por qué no le habían dado el Nobel de Literatura a Walt Disney. Quienes mediamos entre la Literatura y los pequeños y jóvenes lectores tenemos la obligación de acercarles, con sus nombres y apellidos, las obras y los autores relevantes que han terminado siendo patrimonio de todos, para que puedan acceder a los originales (sin la afectación ni ideología añadida), para que reconozcan la deuda del cine hacia la Literatura y para que valoren las obras literarias como resultado de la cultura mundial y no como invención de la factoría yanqui. 

Walt Disney (1901-1966) fue un ávido lector de cuentos infantiles y ya en 1922 versiona para la animación a seis clásicos: Ricitos de oro, Caperucita, La habichuela mágica, Cenicienta, Los tres cerditos y El gato con botas. Todo de forma paródica: el lobo va en automóvil, la carroza sale de un contenedor de basuras, etc. Luego será con Mickey Mouse, como protagonista, con quien utilice novelas famosas para sus historias: "El náufrago" (sobre Robinson Crusoe), "The Mad Doctor" (sobre Frankenstein) y "Mickey´s Mellerdrammer" (sobre La cabaña del Tío Tom), entre otros. Además de estos cortos, aparecieron también El patito feo y Los enanos del bosque (basado en Hansel y Gretel).

Luego vinieron los largometrajes, a partir de 1937 con Blancanieves (cuento popular del que conocemos la versión de los Hermanos Grimm), en 1938 Ferdinando, el toro (de M. Leaf), en 1940 Pinocho (de C. Collodi), en 1941 Dumbo (de Helen Aberson y Harold Pearl), en 1942 Bambi (de F. Salten), en 1949 versiona El viento en los sauces (de K. Grahame) y La leyenda de Sleepy Hollow (de W. Irving), y en 1950 otro cuento popular europeo La Cenicienta.

En la década de los 50 nuevas versiones de clásicos son Alicia en el País de las Maravillas (de L. Carroll), Peter Pan (de J.M. Barrie), La Dama y el Vagabundo (de Ward Greene) y La Bella Durmiente (de Perrault). Ni que decir tiene que encontrado el filón no tenía más que seguir explotándolo y se continuaron las versiones con algunos films por medio procedentes de guiones originales (tras la muerte de Disney).

Luego vinieron personajes e historias para los que sería interesante proponer a niños y niñas, en un taller de biblioteca, la búsqueda de sus autores originales: Merlín el encantador, Winnie the pooh, El libro de la selva, Robin Hood, Los Rescatadores, Canción de Navidad, Tod y Toby, Tarón y el caldero mágico, La Sirenita, La Bella y la Bestia, Aladdin, El jorobado de Notre Dame, Tarzán, James y el melocotón gigante,…

Esto también se podría hacer con las películas que no son de animación: El Zorro, Los Robinsones en los Mares del Sur, La Isla Misteriosa, La isla del tesoro, Mary Poppins, Popeye,…

José García Oliva. Experto en literatura infantil y juvenil.

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