martes, 5 de agosto de 2008

La historia les pasará factura



¿Quiénes se cargaron la Feria de Ganados de Septiembre, la Fiesta de la Vendimia, su trofeo de fútbol, la Orquesta Sinfónica y Orfeón Jerezano, el histórico pendón, las veladas de la Alameda Vieja y tantas otras cosas que desaparecieron incomprensiblemente?Cartel de la IV Fiesta de la Vendimia y Feria 1951, obra de nuestro paisano el gran cartelista Francisco Mariscal. 
EFECTIVAMENTE, la historia les pasará factura a quienes de la noche a la mañana, porque les dio la gana, de un plumazo, hicieron desaparecer de la vida jerezana, entre otras tradiciones, la antiquísima feria de ganados de septiembre, la Fiesta de la Vendimia que, desde su creación en 1948, se emparejó a la celebración de la misma; el acreditado Trofeo de la Vendimia de fútbol, que tan buenos equipos traía al Estadio Domecq; la gran Orquesta Sinfónica y el Orfeón Jerezano que, tanto prestigio dieron a Jerez, bajo la dirección de eminentes músicos como Moisés Davia Soriano y Joaquín Villatoro Medina, etc., etc.

A esos políticos -porque fueron políticos los culpables- la historia local algún día les pasará factura, mientras ellos caen en el mayor de los olvidos, a causa de sus muchos errores y desaciertos.

Y menos mal que no se cargaron, también, la Feria del Caballo, que ya hubiera sido el mayor de los despropósitos. Pero la feria septembrina, una de las dos ferias concedidas a la ciudad por Alfonso X el Sabio, se vio sustituida por unas fiestas de otoño, insulsas y de titulación poco original, en la que entraba todo, como en cajón de sastre: caballos, flamenco, pisa de la uva, etc, y a las que nuestro pueblo, sabio al fin y al cabo, nunca dio sus bendiciones.

EL PENDÓN DE LA CIUDAD

Pero ese mismo pueblo, el muy noble y muy leal pueblo jerezano, al que hasta se le cambió su tradicional e histórico pendón por una enorme bandera, con los colores de su escudo -también trocado por un moderno logotipo-, aguantaba estoicamente, una vez y otra, en absoluto silencio, tamañas barbaridades. Lo de la bandera, sustituyendo al viejo pendón fue realmente una pifia y de las grandes, pues si el histórico pendón -que no sabe nadie dónde y cómo se conserva- se encontraba en deficiente estado, bien pudo mandarse hacer una réplica lo más ajustada posible del mismo, como ya se hiciera hace muchos años, para que el día del patrón se pudiera seguir guardando la tradición del histórico 'rabo de gallo', del que nos hablan las viejas crónicas locales; en vez de hacernos creer que, de pronto y por las buenas, una enorme bandera blanca y azul podía sustituirle. Hermosa bandera, repito, con los colores de Jerez, pero no pendón.

LA FIESTA DE LA VENDIMIA

Y la Fiesta de la Vendimia, que este año se trata de recuperar, esperemos que con la grandiosidad de antaño, con su gran cabalgata, sus concursos de patios y de escaparates, sus concursos laborales, sus carreras de caballos y corridas de toros, torneos de cañas y lanzas, su nuevo capataz de honor de la Bodega-Museo de San Ginés, y demás ingredientes; recuperándose de paso --esperemos- el fastuoso escenario de la catedral, para la pisa de la uva, con su tradicional suelta de palomas mensajeras. 

Recordemos, no obstante, que se la hizo desaparecer, porque unos políticos incultos decían que era una fiesta para los señoritos, como si la Feria del Caballo no lo fuera, aún más. Porque los caballos, como es bien sabido, nunca han sido cosa de pobres. No quiso tenerse en cuenta que la Fiesta de la Vendimia, creada en 1948 por un grupo de poetas, tal como se estaba celebrando, un año tras otro, a cargo de los exportadores y muy bien organizada por una junta oficial y el ayuntamiento, era el gran escaparate de la industria vinícola de Jerez que, cada año por septiembre, dedicada a un país distinto, se mostraba al mundo, para que vinieran de todas partes a conocer nuestras bodegas y a comprar nuestros vinos, principal fuente de trabajo y de ingreso de todos los jerezanos.

Sin embargo, contra tamaño desafuero, el muy noble y muy leal pueblo de Jerez seguía sin protestar, sin quejarse, sin decir esta boca es mía, aguantando alcaldadas que podían llevarle, como en cierto modo les ha llevado, al borde de la ruina del antaño muy floreciente negocio bodeguero, bastión de la economía de esta ciudad, que hoy vemos todos los jerezanos como se encuentra atravesando sus horas más bajas. 

Y en el terreno musical, hubo tiempos en los que Jerez se puso a la altura de las grandes ciudades, al poder contar, gracias al esfuerzo de sus músicos, con nada menos que toda una gran Orquesta Sinfónica, complementada con el magnífico Orfeón Jerezano, auténtico lujo del que disfrutamos durante muchos años, siendo contratados frecuentemente, ambos conjuntos, para actuar en otras poblaciones, con indudable éxito.

VELADAS DE LA ALAMEDA

Por otra parte, las veladas veraniegas de la Alameda Vieja gozaban de una tradición de más de un siglo y cada día de Corpus solía inaugurarse, continuando hasta las vísperas de la feria de septiembre. En su templete, la Banda Municipal de Música ofrecía actuaciones semanales, los jueves y los domingos, y en sus paseos se instalaban casetas y chiringuitos, así como algunas atracciones para los más pequeños, como las célebres Cunitas de Mariano. Velada que los jerezanos disfrutaban cada noche, con la fresquita, degustando las populares tapas de caracoles y coquinas. Incluso en el paseo principal se podían presenciar los reñidos encuentros del Patín Club Jerez, hace años desaparecido, así como otros eventos deportivos; amén de proyecciones de películas, primero en el viejo Cine de la Caridad, luego dentro del Alcázar y, más tarde, en el Cinema X, hasta el traslado de éste a la calle Porvenir.

Y hablando de cine, aún no sabemos los jerezanos por qué, cuando se remodeló el Villamarta -cargándose, por cierto, sus elegantes palcos, sus luminosas arañas de cristal, el cómodo pasillo central y las no menos cómodas butacas de cuero- dejó de utilizarse dicha sala para proyecciones cinematográficas, alternándolas con teatro y musicales, como toda la vida habían hecho los empresario señores Riba, pasando por su pantalla las mejores películas, desde que se inventó el cinematógrafo; y donde uno recuerda haber visto filmes como Lo que el viento se llevóQué verde era mi valleCumbres borrascosasCantando bajo la lluviaMañana es vivir o Los mejores años de nuestra vida, la película que alcanzó más honores de todos los tiempos, contabilizando hasta ocho oscars nada menos. 

Jerez ha perdido muchas cosas buenas, con el paso de los últimos años. Aunque también es cierto que ha ganado otras, aunque de menos calidad y categoría. Porque si de tener apenas media docena de monumentos, estos se han multiplicado como setas, la verdad es que algunos no dejan de ser verdaderos mamarrachos, como el célebre minotauro y los caballitos de colores del Parque. 

¡Y pensar que hubo hasta quien pidió que se quitara el del general Primo de Rivera, obra excelsa del gran Mariano Benlliure, uno de los más grandes artistas del cincel que haya tenido España!

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