Cambio de ciclo en los beneficios empresariales. Los datos recién publicados por la Intervención General del Estado (IGAE), que indican un retroceso en la recaudación del 18% durante los primeros siete meses del año en el Impuesto de Sociedades, muestran un cambio de tendencia desconocido en una docena de años. Hasta el punto de que se puede hablar del fin de la edad dorada de las empresas en cuanto a ganancias. Dos recientes estudios lo ponen de manifiesto.
El primero de ellos ha sido divulgado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que acaba de publicar la Contabilidad Nacional de España, y entre sus conclusiones se encuentra una constatación: el peso de las rentas empresariales respecto del PIB (excedente bruto de explotación) fue en 2007 el más alto desde 1995. En concreto, los beneficios representaron el 42,3% de la tarta nacional, con un avance de nada menos que de siete décimas del PIB en un solo ejercicio. Habría que remontarse a 1996 para encontrar un porcentaje superior (el 42,6%), lo que pone de relieve la buena salud financiera de las empresas españolas hasta el año pasado. El nivel más bajo de la serie estadística se encuentra en el año 2000, cuando los beneficios empresariales llegaron a representar el 40,5% del PIB, pero a partir de ese momento todo han sido avances para las empresas respecto de los otros dos componentes que conforman la renta nacional: la remuneración de los asalariados y los impuestos ligados a la producción y las importaciones.
Para hacer una idea de la importancia económica de estas magnitudes hay que tener en cuenta que cada punto del PIB equivale a unos 11.000 millones de euros, lo que significa que en los últimos años se ha producido una transferencia de rentas de los salarios y los impuestos hacia los beneficios empresariales de unos 20.000 millones de euros en cada ejercicio. El peso de los salarios respecto del PIB, en concreto, ha retrocedido en 2,4 puntos del Producto Interior Bruto entre el año 1997 y el 2007, hasta representar en el último año el 47,3% de la tarta nacional. Lo que quiere decir que esa transferencia de rentas hacia las empresas procede fundamentalmente de las nóminas. Tan sólo en 2007, las empresas ganaron peso en la tarta por valor de 7.000 millones de euros, al haber pasado del 41,6% al 42,3% del PIB (equivalente a 1,1 billones de euros). Las rentas salariales se mantuvieron en el 47,3% del Producto Interior Bruto tanto en 2006 como en 2007.
Fin de un mito: nuestro Impuesto de Sociedades no es alto
Los buenos resultados de las empresas españolas en los últimos años están avalados, lógicamente, por la positiva evolución de la actividad económica, pero también por la baja carga fiscal que soportan respecto de otros países europeos. Así lo pone de manifiesto un reciente estudio publicado por Funcas –la Fundación de las cajas de ahorros- en el que se pone fin al mito de que el Impuesto de Sociedades en España se sitúa entre los más altos de la Unión Europea. El estudio realizado por los profesores Elena Fernández, Antonio Martínez ySantiago Álvarez (de la Universidad de Oviedo) hace un análisis comparado de los impuestos que pagan las empresas, centrándose en la diferencia entre el tipo nominal (el que formalmente se paga) y el que realmente se abona a cada Fisco, es decir teniendo en cuenta las deducciones y desgravaciones de todo tipo que existen en el impuesto.
El estudio está realizado con información referida al periodo 1995-2005, lo que da cuenta de su representatividad, y señala que, aunque nominalmente el Impuesto de Sociedades se sitúa en la UE a 15 durante la media del periodo en el 34,7%, lo cierto es que en términos reales –lo que en la literatura económica se denomina Tipo Impositivo Efectivo (TIE)- se sitúa en el 33,34%. Como se observa, hay muy poca distancias entre ambos tipos impositivos, lo que pone de relieve la menor importancia que en Europa tienen las deducciones a las empresas. En España, por el contrario, juegan un papel fundamental: aunque el tipo nominal del Impuesto de Sociedades se mantiene en el 35% antes de la última reforma, en realidad las empresas españolas pagan el 24,51%, es decir, casi nueve puntos menos que en la media de la UE a 15.
Las empresas españolas, de hecho, tienen la segunda factura fiscal más baja de la Unión Europea de quince miembros, tan sólo por detrás de Irlanda (20,35%) y en niveles idénticos a Austria (24,51%). Italia, con el 42% en términos reales, es el país que más grava a sus empresas, mientras que Alemania lo hace con el 37%, muy por encima de España.
La importancia de las deducciones en el Impuesto de Sociedades es de tal dimensión que España es el país europeo en el que hay más diferencia entre lo que nominalmente aparece como presión fiscal y lo que realmente se paga. La diferencia es de 10,49 puntos, cuando en la media de UE es de apenas 1,36 puntos porcentuales. En cuatro países, Reino Unido, Francia, Suecia y Finlandia, el tipo impositivo efectivo (real) es, incluso, más elevado que el nominal.
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